domingo, 28 de junio de 2009

Investigan las consecuencias de los nuevos consumos culturales on line

Niños con menos capacidad de concentración y profundización, "banalización" del concepto de la amistad y en algunos casos adicción a la red son las consecuencias más usuales de la generación net
Los menores latinoamericanos de entre 10 y 18 años prefieren navegar por internet a ver TV.


Así lo sostiene Charo Sádaba, profesora de la Universidad de Navarra y coautora del libro "La generación interactiva en Iberoamérica", que recopila más de 80.000 encuestas realizadas en seis países de América Latina.
La investigadora destacó que los casos de adicción son minoritarios y que internet también ha traído consecuencias positivas, como que los jóvenes estén leyendo y escribiendo más que antes. Por eso, según ella, esta tecnología debería verse como una oportunidad para crear una generación más inteligente que la anterior, aunque todavía es demasiado temprano para saber si esto va a ocurrir.
“Todavía no tenemos las pistas y claves para hacer que el uso de internet revierta en una mejor educación para los menores. Pero disentiría que sólo puedan achacarse cosas negativas. Tiene que haber un orden en el uso de internet, que puede ser una hora, dos horas diarias, lo que los padres consideren conveniente”, advirtió Sádaba.
Y agregó: “los menores están leyendo mucho, consumiendo mucha información que leen a través de internet y también están escribiendo mucho. No sé si más o menos que antes, pero lo que no podemos decir es que no lean ni escriban por tener Internet”.
De todos modos, “la tecnología no nos hacen más inteligentes, nos dan más acceso a la información y ni siquiera la información es igual al conocimiento. Podemos tener más información y no conocerla en absoluto. Los menores sí están en mejores condiciones de aprovechar todos los estímulos que tienen a su alrededor, que si sabemos usarlos bien educativamente pueden marcar una diferencia”, aclaró.
La profesora también abordó el tema de las redes sociales al decir que “una de las consecuencias preocupantes del uso que los menores están haciendo de internet es precisamente la banalización del concepto de la amistad. Aprenden habilidades que nosotros no aprendíamos, pero hay habilidades que si no se practican no se aprenden, como el contacto cara a cara entre humanos, entender el lenguaje corporal de la gente, que no sólo podemos comunicarnos a través del texto y las imágenes”.
Fuente: BBC Mundo

miércoles, 17 de junio de 2009

Murió la mujer que tenía dos secretos y sobrevivió al gueto de Varsovia

Mira Ostromoglinsky, protagonista de una nota publicada el sábado en LA NACION, falleció ayer.

Como si lo último que le hubiera faltado para completar su novelesca vida hubiera sido revelar finalmente sus dos secretos y hacer pública su historia desgarradora, aparecida en LA NACION el sábado, Mira Ostromoglinsky, la increíble sobreviviente del gueto de Varsovia, murió ayer a raíz de un cáncer diseminado que le habían descubierto hacía dos meses.

Intermediarios con quienes concerté la nota me habían comunicado la gravedad de su enfermedad y la importancia de hablar lo antes posible con ella, puesto que los dolores la tenían a muy mal traer y la lucidez de esta clase de enfermos se va perdiendo a medida que avanzan los calmantes y al final la morfina.

Hace diez días, cuando visité a Mira y a sus hijos y nietos en su departamento de Belgrano, me pareció que estaban exagerando: la esposa de Edek Erlich parecía una anciana guapa y elegante que narraba sin sobresaltos su extraordinaria odisea. Me propuse incluir en mi crónica el asunto de su cáncer terminal sólo si ella sacaba el tema, cosa que no hizo.

El sábado por la mañana, cuando cientos de miles de personas leían la nota y cientos de miles de foristas opinaban en la Web sobre su aventura, recibí una llamada de Teo, el hijo, quien lloraba de emoción y me agradecía. Y de paso me contaba que los médicos eran concluyentes: Mira no viviría más de una o dos semanas. Por la mañana, sus nietos le leían la crónica y los comentarios conmovidos de los lectores, y eso "era lo único que la distraía del dolor".

Yo todavía no salía de mi asombro. Me había quedado con su apostura despreocupada de hacía diez días y no podía sacarme esa imagen de la cabeza.

"Después de que te fuiste y el fotógrafo sacó las fotos, Mira se recostó: estaba destruida", me contaron. Había hecho un enorme esfuerzo para parecer inmune al dolor y a la muerte. Le daba mucha rabia tener que morirse justo ahora cuando la historia sufrida de estos dos judíos polacos salía a la luz después de cincuenta años de clandestinidad.

Murió a las tres de la mañana del martes. Después del fin de semana largo, muchos conocidos llamaban a los familiares para felicitarlos y para comentar la crónica del diario, y se encontraban con la sorpresiva noticia: la protagonista acababa de morir. "Es como si lo único que le hubiera quedado pendiente hubiera sido ver su vida retratada en un diario -me escribe Alejandro Parisi, su biógrafo-. Por lo menos dejó de sufrir. Ahora nos queda su recuerdo, que, seguro, se hará cada vez más grande."

No lo dudo, su libro El ghetto de las ocho puertas , que aparecerá en noviembre, será todo un acontecimiento y la volverá inmortal.

Ayer velaban en O´Higgins y Congreso a Mira Ostromoglinsky, la mujer que había sobrevivido a la ignominia nazi y a la discriminación, la que había tomado a su sobrino y lo había convertido en su hijo sin decírselo a nadie, la heroína que había protagonizado una fuga cinematográfica y una existencia conmovedora. La sepultarán hoy, a las 11, en el cementerio de La Tablada. Allí descansará junto a Edek, el amor de su vida

La industria editorial busca oportunidades en el “mundo digital”

La principal encrucijada del sector, según reconocen los especialistas, es cómo enfrentar el desafío digital que implican Amazon, Sony Reader y las “lecturas on line”


El libro, un objeto que seduce no sólo por su “legitimidad cultural”



"Ésta es la mayor convulsión que sufrimos desde que se creó la industria editorial moderna en el siglo XIX." Jamie Camplin -director editorial de Thames & Hudson, una de las principales editoras de libros de arte y fotografía del mundo- no exagera cuando intenta explicarle a bookseller.com el delicado momento que atraviesa el segmento de libros visuales de gran formato.



Si bien Thames & Hudson lanzó en los últimos años distintas versiones del best seller La Tierra desde el aire, con las fotografías de Yann Arthus-Bertrand, en 2008 casi todas las editoriales especializadas vieron caer sus ventas en más de un 10%.



La principal encrucijada del sector, según reconocen los especialistas, es cómo enfrentar el desafío digital. Mientras que para el resto de la industria los actuales lectores electrónicos (Kindle y Sony Reader, por ejemplo) ofrecen las primeras pistas sobre lo que traerá el futuro, para los libros visuales de gran formato estos artefactos resultan casi inadecuados, entre otras cosas, por su pantalla en blanco y negro. ¿Cómo se puede disfrutar, on-line, de Gustav Klimt: Painting, Design and Modern Life, uno de los best seller de 2008 en el mercado inglés?



Camplin reconoce que la cultura promedio evoluciona hacia una mayor valorización de la imagen, por lo que confía en que debajo del complejo presente en el mundo digital se esconden también oportunidades. La industria ya está experimentando algunas. Phaidon, por ejemplo, ha creado para algunos de sus libros una serie de sitios especializados que aprovechar las posibilidades de la web: cronologías interactivas (30.000 años de arte), búsqueda de imágenes relacionadas (Ice Cream: 100 emerging artist), o cientos de imágenes de archivo para consultar (Le Corbusier Le Grand).



Taschen, por su parte, en su sitio incluye una sección de comunidad para que los lectores planteen sus preguntas a los editores y autores de la editorial, y una sección de videos en los que se reseña alguno de sus libros. Allí puede verse una buena entrevista a Santiago Calatrava a propósito de su libro Santiago Calatrava Complete Works 1979-2007.



De cualquier modo, los editores saben que en los libros de arte, fotografía o arquitectura de gran formato hay una cuestión física entre el papel y el lector. Lo reconoce Belinda Rasmussen, directora de Carlton Books: "Un aspecto fundamental de la industria editorial ilustrada es que el libro sea un objeto bello". ¿Puede el paradigma digital ofrecer algo que lo reemplace?



Fuente: ADN Cultura

martes, 16 de junio de 2009

"Sin educación, el futuro está en riesgo"

En diálogo con Nelson Castro, Guillermo Jaim Etcheverry cautivó al público al hablar sobre los desafíos de la sociedad Fragmentos de la exposición de Jaim Etcheverry en audio
Dijo que si la gente no se educa, dentro de 20 años no se podrá vivir más en el país
Consideró fundamental el compromiso de los padres en la formación de sus hijos


"Si no los quieren educar por caridad, al menos háganlo por miedo." La frase de Domingo Sarmiento, repetida ayer por Guillermo Jaim Etcheverry, impactó en las casi 400 personas que colmaron el auditorio del Centro Cultural Borges.

Habían concurrido para asistir al diálogo entre el prestigioso educador y rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el periodista Nelson Castro en el primero de los encuentros del ciclo "Cara a cara con los intelectuales", organizado por LA NACION y la compañía de seguros Zurich.

Las reflexiones de Jaim Etcheverry, aplaudido reiteradamente, trascendieron la clásica concepción de la educación como una mera transmisión de conocimientos. "Se trata de la construcción de personas", dijo el rector y afirmó que el problema más grave que enfrenta la Argentina es el de la exclusión de vastos sectores que no tienen posibilidad de insertarse en la sociedad.

"Si no logramos que la mayor cantidad de gente tenga la mejor educación, dentro de veinte años -o menos- no podremos vivir más acá. La vida social no podrá ser sostenida; no nos bastarán los policías y las rejas porque no compartiremos los códigos entre nosotros. Si no entendemos esto, el destino de la Argentina se verá gravemente comprometido", afirmó Jaim Etcheverry, al advertir sobre los riesgos de no apostar en favor de la educación.

"Así como la escuela sarmientina intentó integrar a los inmigrantes al sistema educativo nosotros ahora deberíamos esforzarnos para integrar a los chicos inmigrantes de la pobreza cultural en la que están inmersos", dijo el rector, ante el atento interés del auditorio.

El diagnóstico severo fue acompañado de observaciones impregnadas con la sana ironía que caracteriza muchas de las expresiones del rector de la UBA y que provocaron la risa y el aplauso repetido del auditorio.

El estudio, un castigo
"Hay personas a quienes he escuchado que, al referirse a sus hijos dicen: «Pobrecito, se quedó estudiando», como si estudiar fuera un castigo", dijo y describió, entre otros conceptos, tres ideas que imperan hoy en la sociedad y que atentan contra la esencia de la educación: la juventud permanente, la fugacidad de todo y el igualitarismo.

"Hoy lo joven es una categoría, un grupo cerrado en el que los adultos parece que no estamos autorizados a entrar", afirmó. Agregó que "por esto se deja a los jóvenes solos y se busca ser tan jóvenes como ellos, sin dar testimonio de que existe otro mundo".

La idea de la fugacidad -todo pasa y nada permanece- se refleja hoy, según el autor de "La tragedia educativa", en que padres y alumnos se preguntan para qué aprender algo si es probable que en poco tiempo el conocimiento ya no será así. "El saber se concibe como algo secundario", dijo el rector y consideró que "la respuesta a lo que nos pasa está en el cambio de esta actitud".

Jaim Etcheverry explicó que la divulgada concepción del igualitarismo deriva en un terror a enseñar normas. "La idea de que todos somos iguales en la escuela es difícil de sostener, porque el maestro y el alumno no son iguales, desempeñan roles distintos", dijo. Vinculó esta actitud con la resistencia a las normas. "En la sociedad actual hay resistencia a las reglas, resistencia a entender que las cosas son de una determinada manera", afirmó.

El camino para salir de esta "sociedad de la inmediatez", es para el educador y humanista el retomar en la familia y en la escuela el valor del esfuerzo y el sacrificio.

Después de haber descripto la situación educativa argentina como "trágica", el ex decano de Medicina de la UBA afirmó que "la gente intuye que la educación es importante, pero no hay acuerdo en torno del sacrificio y esfuerzo que demanda educarse".

Con su habitual locuacidad, Jaim Etcheverry propuso reformular el "contrato" entre los padres y la escuela para entender para qué se manda a los chicos a las instituciones educativas.

Alguien del público pidió al rector que describiera tres medidas que se deberían tomar con urgencia en educación. El rector sugirió enseñar lengua -"porque hoy no se la enseña, sino que se la actúa", dijo-; hacer evaluaciones al término de la escuela media y tomar la decisión de enseñar algo. "Hoy parece que está prohibido enseñar", expresó.

Diario, La Nación.

martes, 2 de junio de 2009

El Cordobazo y los jóvenes.


20/05/2009

el-cordobazo

En estos días se cumplen cuarenta años de la histórica insurrección popular que hirió de muerte al Onganiato, marcando una de las más profundas inflexiones en la historia del siglo XX. Es muy bueno repasar los acontecimientos, los nombres propios y las ideas de aquella epopeya, y creo que esa tarea está medianamente cubierta por el dossier que, a tal efecto, publicó la Revista Zoom.

Por eso, esta reflexión ha de recorrer otro camino: para nosotros, el legado del Cordobazo en la historia contemporánea de nuestro país implicó, como en tantos otros momentos, el alumbramiento de un nuevo sujeto social y político.

Si la gesta del radicalismo originario implicó el advenimiento de las clases medias dependientes, tal y como las ha retratado David Rock, el ascenso del peronismo reveló a los ojos de la Nación la presencia de una clase obrera de variadas tradiciones ideológicas y culturales, ignorada en las ideas y en los discursos de los dirigentes políticos de la época.

¿Y el Cordobazo? A nuestros ojos, el Cordobazo alumbró el bautismo de fuego de la juventud como actor político. Conversando con el historiador Enrique Carlos Vázquez, nos decía que, en los sesenta, Córdoba era una ciudad de jóvenes. Jóvenes estudiantes, que venían de otras provincias a estudiar en su docta Universidad. Jóvenes obreros, que se acercaban al polo dinámico del desarrollo industrial argentino. Jóvenes, en definitiva, poco dispuestos a tolerar la política de disciplinamiento del Onganiato. Detrás de dirigentes como Agustín Tosco, esos jóvenes fueron un sujeto protagónico en el Cordobazo, y en pocos años habrían de convertirse en actores decisivos de la política nacional.

Alguno me dirá que comerciantes, trabajadores y jóvenes no son objetos comparables. Que la juventud es sólo un tramo de la vida, del que naturalmente pasamos a la adultez. Que en la madurez -esto es, cuando ya no somos jóvenes- son otras las ideas, etc. En pocas palabras, que no se trata de un fenómeno perdurable en el tiempo, en la medida de perdurabilidad que tuvieron los sindicatos peronistas, por ejemplo.

Y tendría razón, en parte. Porque la dinámica de la juventud y el poder es, también, una constante: en la lucha de la juventud por integrarse a un sistema que se empeña en domesticar sus rebeliones existe una dialéctica permanente, irresuelta e insoluble.

¿Y entonces?

Sigo pensando que es verificable el surgimiento de un actor juvenil, de indudable gravitación social, cultural y política en la Argentina de fines de los años sesenta. Un actor que, como sus predecesores, era consciente -tal vez, demasiado- de hallarse en un momento instituyente de nuestra historia. Pudo existir antes o después, pero nunca como en las históricas jornadas que siguieron al Cordobazo, y que llevarían, en los años venideros, a verdaderas tempestades.

A esa juventud rebelde, salud.

Ezequiel Meler,

Amigos


Reflexión de la semana


¿Alcanza una vida para leer todos los libros que uno quisiera? No. ¿Para qué acumularlos, entonces? Si quieres saber la respuesta, simplemente rodeate de libros, dejá que se amontonen a tu alrededor, que ocupen espacios en tu espacio. Hablo de mi experiencia. Me rodean muchos más libros de los que leeré en mi vida. Pero no siento angustia, desesperación ni impotencia ante ello. Al contrario. Me tranquiliza, me llena de una profunda calma el saberme custodiado por tantos buenos amigos. Y tan generosos. Basta con tomar cualquiera de esos libros, alcanza con abrir sus páginas al azar y posar la mirada en un párrafo. No importa qué página, ni que capítulo. Me dice algo. No cualquier cosa. Algo que tiene que ver conmigo, con este momento, con mis inquietudes, con mis pensamientos, con mis preguntas, con mi necesidad. No falla. O me impulsan a una nueva pregunta, a una pregunta que iniciará algo en mi vida. Basta con saber que ellos, estos amigos generosos, incondicionales, que dan todo lo que tienen, que se dejan apretar, subrayar, asolear, están allí. Con sus voces claras y silenciosas. Con su paciencia eterna. Con su sabiduría humilde, sin estridencias. No me piden que los lea de cabo a rabo, sino que los visite de cuando en cuando. Y alcanza, y te mejora la vida. Simplemente con eso, con visitar un rato a cada uno, al azar, y escuchar lo que tiene para decirme. En cualquier página está el mensaje. Y entonces, gracias a ellos, eternos, quemados, prohibidos, ignorados por los ignorantes más poderosos, pero también amados, constantes, bellos y serviciales, el mundo se hace un poco mejor.

SINAY SERGIO.